¡CUIDADO, CON LAS PALABRAS CRUELES!
“Y te declarará los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas. Sabrías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece” (Job 11:6)
“Y te declarará los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas. Sabrías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece” (Job 11:6)
En nuestras ciudades de América Latina, hay rótulos que dicen: Pare, Alto, cuidado; son señales de tránsito, que debemos respetar, por el elevado tráfico y para evitar accidentes mortales.
Asimismo, debemos tener cuidado con la lengua, debemos tener un ¡Alto!, ¡Peligro! ; antes de dar nuestra opinión, especialmente ante una persona enferma y necesitada de aliento.
El autor Andrade dice: Zofar es la voz de la intolerancia, la voz del dogmatismo. Elifaz, reflejando la experiencia, no consolaba mucho pero tampoco se mofaba. La palabra de Bildad, fruto de la sabiduría humana, traía una explicación parcial, que nada adelantaba. Pero este Zofar, aparte de no explicar nada, agravaba el dolor de Job. Como si no bastase él haber perdido sus propiedades, él haber perdido la salud, él haber perdido la familia y sus amigos, encima lo acusa de perversidad. El primero dice: “Tú necesitas sufrir”. El otro dice: “Tú estás sufriendo porque eres un gran pecador”. El tercero dice: “Tú además, de ser un gran pecador, estás aún procurando esconder tu maldad. Tienes que sufrir más”.
Cuanto daño hacen las palabras crueles, las acusaciones que dañan el honor de la otra persona. Las palabras que juzgan y no alientan ni dan ánimo al caído, al enfermo, al que sufre. Seamos diferentes, hoy consolemos con palabras y actitudes bondadosas a los solitarios, a los enfermos y a personas cercanas necesitadas de amor.
No seamos como Zofar, crueles para descuartizar con nuestra lengua al necesitado de comprensión. Prefiero recordar lo positivo del cristianismo al visitar al enfermo, al motivar al desalentado, al ayudar con oración y dinero al pobre. Necesitamos dar amor, aliento, comprensión y cariño a la persona que necesita el amor de Dios, a quien debemos adorar y servir. Ora por nosotros.
REFLEXIÓN:
“Ponga su mente en funcionamiento, antes de poner su lengua en movimiento”
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