EL AYUNO QUE AGRADA A DIOS
“El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?”. (Isaías 58:6-7)
“El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?”. (Isaías 58:6-7)
Hay diferentes clases de ayuno, para: bajar de peso y cuidar la salud (físico), sentirse bien (psicológico), llevar una religión y vida espiritual; esté último, tiene que tomar en cuenta la Biblia para hacer un ayuno agradable al Señor.
El pueblo se lamenta de haber ayunado en vano, ya que Jehová no tiene en cuenta los sacrificios realizados. El Señor le hace ver que las prácticas religiosas carecen de valor sin justicia y amor al prójimo. El verdadero ayuno no consiste en actitudes exteriores, sino en la renuncia a la injusticia y en la sincera dedicación al servicio de los demás. (RV95)
Compañero peregrino, el verdadero ayuno no es exhibición y para ser visto. Cristo mismo enseño a ayunar en silencio y en secreto, no como algunos fariseos que proclaman ayunos y no son esposos tiernos, padres amorosos y vecinos amables.
En el ayuno de Israel había explotación al prójimo, peleas, deficiencia de piedad. Un ayuno así era una abominación al Señor. Un ayuno tiene que estar acompañado de una vida justa, que no se aprovecha de su influencia, sino que comparte el pan, cubre al desnudo y ora para tener comunión con Dios.
Un ayuno para que la gente lo vea, revela orgullo; si hace sentir inferior al pueblo es prepotencia; y cuando no hay buenas obras, es hipocresía. El verdadero ayunador adora a Dios y es humilde con el prójimo.
REFLEXION:
“Pero tú cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará en público” (Mateo 6:17-18)
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